domingo, 6 de diciembre de 2009

Educación


Comentario de Alba Omil sobre el libro Educación: La escuela en la historia Argentina, de Silvia Finocchio (Buenos Aires: Edhasa, 2009). Publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, el día 6 de diciembre de 2009. El enlace a la nota es:

http://www.lagaceta.com.ar/nota/355507/LGACETLiteraria/Serio_estudio_sobre_conformaci%C3%B3n_nuestro_sistema_educativo.html

lunes, 12 de octubre de 2009

Espejos del tiempo, espejos del alma


Hemos intentado aquí presentar un panorama de la creación literaria tucumana actual. Este tipo de intento siempre será precario: imposible abarcar todos los autores, pero otros investigadores, otros críticos pueden presentar otro panorama y así se irá enriqueciendo la muestra.
Aquí hay poemas, hay cuentos, hay microrrelatos. Todos los trabajos han sido rigurosamente seleccionados. Lo prueba su pareja calidad. [...]
Un rasgo que emparienta a todos los trabajos de este libro, es su profundidad, ya desde lo lírico, ya desde lo cáustico, ya desde lo humorístico, y así, por lo general no en forma directa, más bien alusiva, más bien evocada. Así lo obliga la creación artística.
Borges decía en el Carriego "es así como, desde los laberintos de cartón pintado del truco, hemos llegado a la metafísica, única justificación de todos los temas. Todos estos trabajos buscan esa justificación.

Alba Omil

Extraído de la Aclaración Preliminar del libro "Espejos del tiempo, espejos del alma", de varios autores. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, 2009.

domingo, 9 de agosto de 2009

Diversas formas de diálogo

Artículo de Alba Omil publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, Argentina, el día 9 de agosto de 2009. El vínculo directo a la nota es:

miércoles, 29 de julio de 2009

Teoría y práctica del microrrelato. II

El cuerpo del microrrelato

Pequeño y denso. Es como una piedra laja: su aparente compactación no es otra cosa que una suma de capas superpuestas.
Habrá lectores que se conformen con la piedra compactada: les bastará una sola lectura, que cuente la historia; otros, con interrogantes a la vista o herramientas en mano, tratarán de despegar esas capas.
Cuanto más capacidad, cuanto más destreza se tengan, mayor cantidad de capas se obtendrán; más rica será la lectura, más lejos y más hondo nos llevarán las palabras. O, sin ser una piedra laja, puede ser sólo un tejo. Un juego divertido, veloz, que nos arranque una sonrisa y quede flotando en el aire, como la sonrisa del gato de Alicia (Anderson Imbert, E. El Gato de Cheshire. Prólogo. Bs.Aires. Losada) .

Estructura

El m.r. narra, sucintamente, una historia constituida por acontecimientos y datos lógicamente relacionados entre sí.
La estructura establece las relaciones que conectan esos datos y acontecimientos, para constituir una trama, un todo orgánico.
Estos acontecimientos narrados pueden interrelacionarse de diversas maneras, con una gran variedad de posibilidades, por ejemplo:
1. El lugar donde se desarrolla la acción.
2. Elementos que identifican a los actores (o personajes): actividad que desarrollan, circunstancia en que se encuentran, finalidad que persiguen, búsqueda de un destino común etc. etc.
3. También pueden aparecer elementos contrastantes: pobreza-riqueza; inteligencia-estupidez; justicia-injusticia; popularidad-impopularidad, etc. etc. etc.
4. Puede darse el caso de dos o tres microrrelatos autónomos ubicados uno a continuación del otro y vinculados por el personaje, por la circunstancia, por distintas cosas a la vez, por el contraste paralelo o simbólico, etc. Veamos un caso:

La estructura, además de establecer las relaciones señaladas para que el texto tenga coherencia, puede salvar las dificultades de espacio que presenta el género, aglutinar hechos y circunstancias (sin caer en el hermetismo) y establecer la comunicación con el lector.
Según dijimos, hay m.r. planos, que en seguida se esfuman de la memoria. Hay otros que buscan trascendencia, que tienen espesor, que son como la punta visible de un iceberg que, en su enorme cuerpo oculto, encierra magia, milagros, reflexiones, inquietudes, mensajes et al.
Esta carga oculta depende del factor conocido como “el poder de lo no dicho”.
Esto de los significados ocultos ya ha sido señalado por los lingüistas quienes lo explican porque “el lenguaje es el vehículo obligado de toda clase de impresiones, de fantasías y símbolos que se despliegan en estado críptico y que, por muy profundamente que estén escondidos bajo la aparente inocencia de la expresión, no dejan por esto de existir, actuando sin descanso en el intercambio oculto que constituye la lectura”. M.Molho (1978, p189-90) Semántica y Poética. Barcelona, Crítica, pp. 189-90.1978
Quien está familiarizado con el m.r. conoce sus exigencias y sus técnicas y puede manejar el poder de lo no dicho (o de lo no escrito), a través de diferentes procedimientos, y valiéndose de indicadores que conducen a las entrelíneas.
Está dicho pero no escrito; gravita desde abajo y cuenta parte de la historia, o perfila al personaje, o abre su interioridad, o alude a la acción, en fin.
Este procedimiento apoya la economía del relato, puede aludir a un espacio y a un tiempo determinados, llevar al lector hacia aquel tiempo y ver cómo eran los personajes, el paisaje, las costumbres, etc.

Alba Omil

Extraído del libro Teoría y Práctica del microrrelato, de Alba Omil, de próxima aparición.

domingo, 12 de julio de 2009

El papel de la mujer en los últimos siglos


Comentario de Alba Omil sobre el libro Mujeres, entre la casa y la plaza, de Dora Barrancos (Buenos Aires: Sudamericana, 2008). Publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, el día 13 de julio de 2008. El enlace a la nota es:

http://www.lagaceta.com.ar/nota/334628/LGACETLiteraria/papel_mujer_últimos_siglos.html

viernes, 10 de julio de 2009

Teoría y práctica del microrrelato, I


Aclaración


A partir de hoy le capítulos del libro que sigue, cedidos por su autora en exclusivo para su publicación en este espacio, junto con el ofrecimiento de que si les interesara a nuestros lectores ampliar algo, o no lo encuentra claro, puede escribirnos para que si desea que ella misma se los resuelva, los corrija u opine, haremos la gestión con gusto y sin cargo alguno, como una especie de curso interactivo. A partir de la segunda entrega iremos poniendo algunos ejemplos y algunos ejercicios.


Teoría y práctica del microrrelato


¿Qué es el microrrelato?


Al microrrelato su mismo nombre lo define, define su función y su estructura. La función es, en primer término, relatar. Si esto es así, tenemos que verlo como un texto narrativo. Y a propósito de ello, hagamos una cita: “Un texto narrativo será aquel en que un agente relate una narración”. Mieke Bal (1998).
Relatar en pequeño, inclusive mínimo espacio, pero relatar. Que por detrás de ello razone, filosofe, ironice, etc. es posible, pero si no relata algo, aunque sea mínimo, a nuestro juicio, no puede ser considerado microrrelato.
En consecuencia, no se lo debe confundir con el proverbio, ni con la greguería, ni con el aforismo, ni con la sentencia ni con el chiste ni con el juego de palabras. No hemos leído ninguna de estas formas que relate una historia aunque sea mínima.
En efecto, el proverbio no narra: ejemplifica, medita, razona, enseña pero no relata, en consecuencia, no cabe dentro del género que pretendemos estudiar.
El aforismo se emparienta más con la greguería y con el proverbio que con el microrrelato. No narra, por lo tanto, no podría ser tenido como tal.
Fernando Lázaro Carreter (1977) define el aforismo como “Frase breve que resume en pocas palabras un conocimiento esencial, muchas veces médico o jurídico”.
Con la sentencia pasa otro tanto: “Reflexión profunda, expresada sucinta y enérgicamente.” (Lázaro Carreter, 1977)
No sólo hemos encontrado las formas preciadas, en colecciones de microrrelatos sino también hemos leído más de un juego de palabras como si fuera un m.r., a nuestro juicio, sin serlo. Preferimos no citar ejemplos pero que los hay, los hay.
Reiteramos: m.r. no es cualquier construcción breve que hable o reflexione sobre cualquier cosa, o haga reír o muestre el ingenio.
La característica fundamental, pues, no es solamente la brevedad; es la narración breve, ajustada, tan bien elaborada, que puede narrar una historia en un espacio corto.
Si tendemos a mezclar las formas, estaremos errando el camino.
Claro que, esa función -relatar- no es excluyente, porque de serlo, la construcción podría quedar manca, ser plana, anodina y, quizás, intrascendente. O no.
Cierto que hay microrrelatos (así llamados) planos, que no van más allá de lo denotado pero…también pasa en el cuento, en la novela, en el teatro. Después, el lector y el crítico seleccionan y se hace la decantación.
Encarar, pues, la redacción de un m.r. implica no sólo contar una historia, sino organizarla dentro de un marco predeterminado que, se sabe, es reducido. Por lo tanto, implica un cuidadoso trabajo léxico, morfosintáctico y de procedimientos.
Por otra parte implica manejar el problema del espacio, su relación y gravitación en y con la historia y con los personajes, si los hay.
Implica también la resolución, dentro del texto, de un asunto capital: el tiempo:
El tiempo de la historia y el tiempo del relato.
1.1 El acomodo del tiempo de la historia en el relato.
1.2 El manejo de los recursos y procedimientos lingüísticos que le permitan este acomodo.
El tiempo y su relación con la actividad y la conducta de los personajes, si los hay.
2.1. Su manejo en el trazado del perfil del personaje.
3. El tiempo como tema y como problema existencial.
Todo, justo; todo, bien medido; todo, sustancial; todo, significante. Con peso, sin ripios, con economía, sin desperdicios. Cada palabra, cada sintagma, con su sentido visible pero con su aureola connotativa, invisible aunque gravitante y con su subsuelo significante. Todo en función de sí mismo y, a la vez, de la totalidad.
Pero, observamos no sin cierta preocupación, que su territorio suele estar desbordándose y ello, a nuestro juicio, terminará por desvirtuar el género.

Alba Omil

Extraído del libro Teoría y Práctica del microrrelato, de Alba Omil, de próxima aparición.

jueves, 9 de julio de 2009

La saga del Toto


Aclaración preliminar


El Toto es un delirante cuya vida, cuyas ensoñaciones, cuyos delirios están expresados en ocho entregas que pueden leerse en cualquier orden. He aquí una de ellas.


Visiones


Por cierto que el Toto tenía sus contactos con el Más Allá pero eso, para él, era una cosa más bien natural, nada del otro mundo, valga la paradoja, o la redundancia, porque ya estaba acostumbrado, aunque el hecho no era frecuente ni ocurría cuando él lo deseaba sino cuando los otros lo disponían.
La cosa no era para nada sencilla; tenía sus códigos y había que conocer las claves. Y él manejaba solo algunas.
Lo que tendía a repetirse era la circunstancia, mejor dicho, el horario : en la duermevela del amanecer.
Los de Allá hablaban pero el Toto no oía voces: sonaban en su cerebro, hablaban en silencio, y no es joda, che, porque las sentía. Los simplistas tienden a hablar de telepatía. Allá ellos.
Lo más aproximado es que venían, o él iba, hacia una para-realidad, con reglas diferentes, y allí se producía el encuentro y se entablaba el diálogo, tenazmente fugaz y esta palabra no viene al azar porque ellos, siempre apurados, daban la impresión de estar en fuga, de haber ingresado sin permiso en una zona vedada. Otras veces era como si sonase un teléfono y por esta vía lo notificaran de cosas: “Tené cuidado porque eso no anda bien, movete con cautela”. O “En el tribunal estarán cuatro, yo seré el quinto, a la derecha. Cuando te interrogue el Rengo, vos mirá para mi lado”.
La verdad es que el Toto temía estos encuentros porque no todo eran buenas noticias; por eso, en las noches, al rezarle a su ángel de la guarda, le recomendaba “No les permitas entrar”. Claro que el ángel no siempre le hacía caso: o no quería o no podía evitar estas visitas, o estas informaciones, a veces sin presencia, sin voz, sólo símbolos ¡Ay, el barro! O el agua turbia. O las rosas machitas, qué horror, muerte segura ¿De quién? Vaya a saberse, pero segura y dolorosa. Y así era. Aunque a veces -pocas, mezquinas veces- aparecía el jardín de su infancia en la casa de su abuela, radiante de rosales florecidos, las rosas, iluminadas como lámparas, cosa del otro mundo, indescriptible, intransferible, como la felicidad que circulaba a borbotones por todas las venas de su cuerpo. Era como una droga de acción prolongada, duraba todo el día, o varios días. Si alguien hubiera podido observarlo con detenimiento, hasta hubiese advertido una tenue luminosidad que le brotaba de la piel.
“El niño Toto se ha afeitado con una espuma nueva porque está brillosito”, le comentaba la criada india, medio bruja, vieja ya, a su único interlocutor, el gato negro, viejo también, taimado y cauteloso como ella. Y eran las escasas ocasiones en que el bicho iba a restregársele entre las piernas a un Toto ausente, sumido en la selva espesa de su felicidad.
En sus momentos de desesperación, cuando el mundo le quedaba chico, apretándolo casi hasta ahogarlo, los invocaba: “Julita, te necesito, no te lo echo en cara pero yo, presente cada vez que me precisabas y bien que lo sabes; yo, a tu lado, sin moverme mientras el viento de la tragedia te azotaba sin tregua ¿te acuerdas? Y eso que no viste arder y retorcerse mis entrañas cuando la vida puerca se iba devorando tu carne hasta dejarte la piel sobre la calavera. Te bella calavera viva aún y respirando ya el olor de la muerte que brotaba de tus poros empeñados en subsistir en esa nada que ya era tu cuerpo. No viste porque mi cara había velado sus espejos y reinvertido el horror para que me rugiera adentro, sin asomo exterior. Ahora te necesito, no yo, te requieren mi soledad, mi desolación, mi desesperanza, mi vana vida.
Y en la duermevela del amanecer aparecían dos rosas, una encendida; marchita la otra. Y el Toto besaba con unción la rosa ardiente, y en la mañana, la india vieja le murmuraba algo al gato negro, que algo veía, por su inusitado restregarse contra los pantalones vaqueros, ronrroneando, con la cola en alto, y mirándolo con esos ojos extraños que, sin duda, podían ver mucho más que él en ese Más Allá, vedado al resto de los comunes mortales.
Alguna vez, el Toto había pensado dejar escritas estas experiencias escatológicas pero estaban más allá de las palabras, tal vez más cerca de la poesía, o de la plástica, o de la música, pero ¿pintar qué? ¿Una rosa roja ardiente? No, che, no era la imagen, eran las sensaciones, los temblores del alma, territorio vedado a la forma. Mejor la música pero ¿cómo? El apenas si tocaba algo el piano. Mejor dejarlo así ¿Pero qué significaría la rosa marchita?

Alba Omil

Extraído del libro "La saga del Toto", de Alba Omil, de próxima aparición

miércoles, 3 de junio de 2009

El testamento de la Rusa María y otros cuentos


[...] Todo discurso tiene una potencialidad de sentidos; cada lector, de acuerdo a su competencia, sacará mayores o menores frutos de una misma tierra. Así pasa con estos cuentos: pueden ser leídos y gozados por cualquier lector, pero el salteño es más competente. En su suelo nacieron muchas historias y él sabe muchas cosas, conoce muchas intimidades que las entrelíneas esconden y que él puede decodificar. Tal es el caso del cuento que da nombre al libro -"El testamento de la Rusa María"-: hay aquí un valor agregado que parte desde el título; hay muchos hiatos por llenar; hay nombres no registrados pero el salteño sabe y puede leerlos más allá de la letra. Y hay otros significantes de peso: los tabúes, las habladurías, el qué dirán, el fijate vos, el ¿quién será este? el yo creo que, en fin.
Al placer de la lectura van a sumarse imponderables como la curiosidad, el ingrediente del comentario, avieso o divertido, de una aureola de expansión del texto escrito cuyos límites son difíciles de fijar.
El autor lo sabe y juega con esto: podría hacerse un registro minucioso de los indicios, de las travesuras lingüísticas del texto. Todo ello forma parte de la destreza narrativa de López Bianchi, a quien el placer de escribir le brota de cada palabra, de cada sintagma.

Alba Omil

Extraído de las Palabras Preliminares del libro El testamento de la Rusa María y otros cuentos. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 1998.

sábado, 21 de marzo de 2009

Embarazo educado


Este libro se ocupa de un tema siempre actual desde que el hombre está sobre la tierra: el parto, el hijo que llega al mundo, cómo nace, cómo hay que recibirlo, la relación de la madre con el recién nacido, el entorno familiar. Pero antes de eso analiza cómo debe preparar la embarazada un parto placentero; cómo funciona el organismo femenino, los roles que cumple el cerebro para que haya o no dolor, la importancia del aspecto psíquico. Aunque hay una seria base científica en la fundamentación de esta temática, el lenguaje en que se expresa es claro y didáctico, de manera que la lectura resulta accesible y hasta grata. Sin duda estamos ante un instrumento invalorable al servicio de las futuras madres.

Alba Omil


Extraído de la contratapa del libro Embarazo educado, parto placentero: crianza feliz, de Daniel Mirkin. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, 2009.

viernes, 27 de febrero de 2009

Hace tiempo, en el Noroeste


Aclaración preliminar

Este libro reúne hechos y figuras del Noroeste Argentino, que no recogió la historia grande.
En algunos casos se trata de registros de historias familiares o de aquellos que conservó la memoria oral y que sería lamentable se perdieran. Las fotos brindan un testimonio invalorable.
Con este volumen se inicia una serie, ya que el material acumulado es abundante y valioso. Es nuestro propósito publicar dos volúmenes por año. Esperamos cumplirlo.

Alba Omil

Extraído del libro Hace tiempo, en el Noroeste, de varios autores. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2008.


Los autores y sus respectivos trabajos, publicados en el primer tomo, son los siguientes:

Alderete, Mario: "Agua Tapada, una singular historia minera de la Universidad Nacional de Tucumán".
Araujo de Ruhland, Aurelia: "Heroínas de largas travesías... Dos misioneras laicas de la Yerba Buena".
Benedicto de Romano Norri, Dora: "Dr. Julio Prebisch. Segundo Rector de la Universidad".
Coviello, Alfredo: "Alfredo Coviello y la Sociedad Argentina de Escritores (S.A.D.E)".
Coviello, informe familiar: "Elvira Martínez Castro de Coviello".
Dorado, Juan Santos - Hogas, Alejandro: "La EUDEF, siempre presente en la memoria de los suyos (Escuela Universitaria de Educación Física).
Godoy, María Eugenia: "Kenneth John Hayward. Breve Noticia Biográfica".
Martínez Aráoz, Graciela del Valle: "San Pedro de Colalao".
Mure, Leticia: "Ernesto Salvatierra".
Omil, Alba: "Adela Sabini de Remis".
Omil, Alba: "Libros viejos que no han perdido vigencia".
Terán de Colombres, Constanza: "Clodomiro Zavalía, mi abuelo".
Valdecantos de Danieli, María del Carmen: "Federico Schickendantz. Libro Homenaje a su memoria".
Villalba, Víctor: "Los plateros de Tucumán en la época de la colonia".
Würschmidt, José Enrique: "Una anécdota pintoresca (Recuerdos familiares de un tucumano).