miércoles, 31 de diciembre de 2008

Victoria Ocampo y la Generación del 37

Ha vivido siempre adelantada a su tiempo, como ocurrió con los hombres del 37, soñando, previendo, cimentando la Argentina del futuro, sin mentalidad colonial ni ataduras de aldea, abierta al mundo y al porvenir. Como ellos. Y en verdad se les parece bastante, en muchas otras cosas: tiene ideas ordenadas, anticipatorias y audaces como Echeverría (recuérdese el Dogma Socialista, matriz madre de todo un pensamiento generacional y de los grandes libros que lo subseguirían: Facundo, las Bases); tiene el pensamiento sutil, mordaz, de estilete de Juan Bautista Alberdi; el decir apedreante, sin pelos en la lengua, de Sarmiento, el visionario. Su proximidad con Sarmiento quizás sea mayor que con el resto de los miembros de esa generación. Cuando en 1938, en el N° 46 de Sur hace la defensa de la Inteligencia, habla del sanjuanino y citándolo afirma: "Si algún resultado positivo han dejado las terribles revoluciones que han agitado la Europa, es sin duda el de poder emitir los hombres sus ideas sin rodeos ni amaños, cualquiera que sea la materia que se trate". [...]

Alba Omil

Extraído del libro Frente y Perfil de Victoria Ocampo, de Alba Omil. Editorial Sur, Buenos Aires, Argentina, 1980.


domingo, 28 de diciembre de 2008

Del planeta amado


[...] Estos poemas son visualmente sencillos, clarísimos a una primera lectura; agua de vertiente, diríamos. Pero el agua de vertiente, con toda su pureza, viene de la hondura de la tierra. Y es ahí, en la hondura del texto, donde hay que buscar la esencia que nutre y sostiene estos poemas. Sin duda el mundo que ellos reflejan no es el que ven a diario nuestros ojos; es el ensueño el que mueve los pinceles de esta materia notablemente plástica. Y así, el autor puede crear un universo paralelo y contemplar cómo "se han subido a la luna las abejas", imagen que la memoria eidética dejará grabada en nuestro cerebro ¿O en nuestra conciencia? ¿O en los cimientos de nuestra alma?
Hay un constante juego dialéctico entre lo que caduca y lo que perdura; entre lo que perdimos y lo que debemos conservar; en lo que dejaremos a los que siguen, cuando nos devore el silencio.
David contempla el universo (esa combinación de realidad y ensueño) con goce. Y lo transmite y lo contagia. Enciende las palabras para luego atenuarlas con leves celajes. He ahí el encanto de leerlo que, quizás, sea también el encanto de compartirlo.


Alba Omil


Extraído de las palabras preliminares del libro "Del planeta amado", de David Bercovich. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2008.