lunes, 30 de abril de 2007

Sábato. El espejo del alma.

Autorretrato de Ernesto Sábato.

Referirse a la importancia que tiene el sentido de la vista en la obra de Ernesto Sábato es un lugar común que no podemos permitirnos; sin embargo, ese referente nos sirve para otras reflexiones. El escritor mismo, al hablar de su obra, ha recurrido en determinadas circunstancias al adagio que nomina este capítulo. Ahora bien ¿ha reparado usted en los ojos de Sábato? A veces son terribles, a veces tiernos, casi infantiles. ¿Qué figuras celestiales, qué demonios se disputarán los espacios en esa alma? ¿Cómo será esa lucha? En ciertas ocasiones triunfan unos, pero sólo hasta que se levantan los otros y los desplazan. ¿Será esta la causa de esa tristeza casi atroz, inexplicable en un hombre que lo ha alcanzado todo, en la medida de su mundo y de su tiempo? No lo sabemos; pero sí que esa dualidad es la misma que informa toda su obra y la que explica que el autor pueda ser, a un mismo tiempo, Quique y Martín; Fernando y Bucich; Alejandra y Hortensia Paz; Castel y María Iribarne. Ello explica, también, la dualidad de María; la dualidad de Alejandra, niña-dragón; la dualidad, tan escamoteada, de Quique. Sábato es todos esos personajes y muchos más. ¡Cómo! ¿y Bruno? Pensamos que este personaje es, entre las tantas máscaras de Sábato, tal vez la más evidente: el cono que aflora del volcán; el resto está en la profundidad, rugiendo, doliendo, hirviente y terrible. Y no se cansa de salir, por eso no puede haber catarsis, por eso El túnel, Sobre héroes y tumbas, Abbadon el exterminador son enormes metáforas recurrentes de las mismas obsesiones. El mundo subterráneo -nocturno, oscuro, misterioso- de Sábato es desmesurado y edifica sus propios símbolos, sus propias metáforas: la ceguera, por ejemplo [...]


Alba Omil

Extraído del libro Sábato, pensamiento y creación, de Alba Omil. Secretaría de Post-Grado, Universidad Nacional de Tucumán. Tucumán, Argentina, 1992.

viernes, 27 de abril de 2007

Roberto Arlt y la técnica novelística

T. S. Elliot ha señalado cómo cada obra de arte modifica, aunque sea imperceptiblemente, toda la literatura que la precede, y cómo abre caminos para la determinación de la que la sigue. Y sin duda la obra narrativa de Arlt ha hecho notables aportes y ha abierto caminos en nuestra literatura, especialmente en lo que respecta a tratamiento de personajes, ámbito, estructura y trama del relato. Vamos a ver cómo emplea con soltura técnicas que luego hallaremos en Sábato, en Cortázar, en toda la novela americana del boom. Más de un crítico se ha referido a la originalidad de esas técnicas utilizadas por la novela del boom. Muchos han hablado de la herencia de Joyce y de Faulkner pero no sabemos de nadie que haya señalado el carácter pionero de Arlt en este terreno en Argentina, de ese Arlt que también había leído a Joyce.
En las novelas de Arlt vamos a encontrar como moneda corriente la técnica del montaje -frecuente en Joyce, Faulkner y su generación novelística- popularizada después en la novela contemporánea. Como se sabe, la palabra "montaje" procede del cine y se refiere a la forma como se disponen en el relato segmentos que rompen el orden lógico o causal o que corresponden a materiales de naturaleza no específicamente literaria: fragmentos de cartas, de diarios íntimos, de crónicas periodísticas, de documentos, informes, etc. [...].

Alba Omil

Extraído del artículo "Roberto Arlt y la técnica novelística", publicado en el libro Análisis de la narrativa argentina, de Alba Omil. Ediciones de la Biblioteca Alberdi, Tucumán, Argentina, 1986.

jueves, 26 de abril de 2007

La Pachamama

Aníbal Carrillo: Bestia, mujer, diosa. Óleo sobre tela. 80 x 110 cm. Extraído del libro Arte y mito en las culturas Andinas del Noroeste Argentino, de Alba Omil y Aníbal Carrillo. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 2003.

Pacha = universo, mundo, lugar. Mama = madre

Es un mito rico y complejo, entretejido con muchos otros. A propósito de la Pachamama, el Padre Fortuny dice "el quirquincho es su cuchi, la víbora su lazo"
Su culto sorprende al estudioso, fundamentalmente por dos razones:
1. Su antigüedad; su origen es remoto. Según Ibarra Grasso (Argentina indígena. Buenos Aires: Tipográfica Editora Argentina, 1971) muchos siglos antes de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, ya existía el mito. En efecto, el culto a la Pachamama es anterior a los incas, anterior a los huanacotas, anterior, al parecer, a los cultos solares.
2) Su persistencia en el tiempo. No nos referimos a las fiestas en honor de la Pachamama, que se hacen actualmente, y que tienen mucho de mise en scene especial para el turismo. Nos referimos al otro, al culto profundo, que lleva al cazador, al viajero, a depositar su ofrenda de coca, de maíz, de algarroba, de tabaco, en alguna apacheta, esos pequeños túmulos silenciosos que abundan en la intimidad de la montaña; un culto íntimo y auténtico que pervive en el alma del montañés de nuestros días, al igual que en el de hace más de cinco siglos.
La Pachamama es la madre de la tierra, o la tierra madre que los acoge y los alimenta.
También la madre de los cerros, la protectora de la fertilidad. No hay ídolos que la representen, apenas uno que otro grabado que podría ser, o no, ella. Ambrosetti reproduce diversas figuras que, a su juicio, la simbolizan.
Como podría observarse, es una mujer vieja, porta una bolsa y una cántara a sus espaldas; tiene el vientre abultado. Todo esto aludiría tanto a la fecundidad como a los dones que Pachamama puede dispensar: agua, mieses, buenas cosechas, fertilidad de las hembras en diferentes órdenes.
Es una fuerza, un alma. Vive oculta en la montaña, o acaso alienta allí, en los altos valles. A veces la protegen las nieblas, el alpapuyo, que baja en los atardeceres y que es quizás su cómplice. Acompaña y protege al montañés que la invoca, le canta y, a su manera, le reza; protege también su habitat [...].

Se la invoca -y/o propicia- para acrecentar los rebaños. Este culto explicaría el sentido de algunos petroglifos donde pueden observarse grandes grupos de camélidos, que pueden ser interpretados como ofrendas o como una invocación.
La Pachamama, según los relatos orales, también es la dueña del "Ojo’i tigre", es decir, la capacidad y a la vez el cupo que cada cazador tiene para cazar. Si se excede, la deidad se lo quita, no puede cazar más, y hay que hacer toda una ceremonia, con ofrendas y rogativas, para recuperarlo.

Alba Omil

Extraído del libro Creencias y ritos aborígenes del NOA, de Alba Omil. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2005.

miércoles, 25 de abril de 2007

Con fondo de jazz (microrrelatos). Palabras preliminares

Con fondo de jazz, a veces lento, a veces picante, siempre hondo, el microrrelato tiene un ritmo; está cerca de la música: un acorde, un arpegio, una fuga, y después los silencios.
Tiene también un cuerpo donde van acomodándose las palabras, fielmente buscadas, fielmente recortadas para que se ubiquen con comodidad dentro del dibujo que el género exige.
Tiene un clima: vísperas, suceso y desenlace en un solo estallido: el microrrelato es un fogonazo que estalla en el aire y desaparece en seguida, dejándonos cierta nostalgia como de eternidad.
No interesa su longitud sino su intensidad: combustión casi instantánea que se apaga cuando consume la esencia que la produce. Fuego, fuego ardiente o fuego helado que quema por dentro a quien lo lee, como se quema a sí mismo mientras se tramita su propio incendio.
En definitiva, no es narración -aunque la ficción no le sea ajena-, es instantaneidad, mensaje súbito y condensado que termina de realizarse en los territorios de la apercepción y en un proceso de complicidad entre autor y lector.
Sus códigos lo acercan más al poema que a la ficción narrativa: imposible "contar" un microrrelato; hay que leerlo, o repetirlo textualmente porque, por sobre todo, es cosa de palabras (que no se pueden quitar ni cambiar) relacionadas con rigor, y estructuradas con rigor, para que alojen la idea y, en sus trasfondos, le permitan expandirse a pulmón pleno.
Los míos parten, en general, de un intertexto -Homero, Cervantes et al.-; hay varios de origen mitológico; otros están escritos en solfa, en fin, de todo un poco.
Todos tienen doble fondo y, además, un pequeño bolsillo profundo en el que podrán internarse aquellos que descubran sus claves.


Alba Omil

Extraído del libro Con Fondo de Jazz, microrrelatos, de Alba Omil. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1998.

martes, 24 de abril de 2007

Martín Fierro. El escenario: la llanura

Un mismo escenario se propaga por las cuatro versiones que nos ocupan: la pampa, que para el argentino, más que un concepto es un sentimiento. Es más que una manifestación del paisaje, una manera de sentirlo, una experiencia. Porque es un paisaje interior más que exterior, más sentido que visto: el gaucho no se detiene a describir lo que ve, cuenta cómo siente, lo asocia a sentimientos, a emociones. Así la refleja nuestra literatura: íntima, viva, consustanciada con el hombre, o el hombre asimilado a ella. Se sienten su inmensidad, su silencio, su monotonía. Echeverría la compara con el mar "cuando un instante / pone rienda a su altivez". Lugones habla de un "mar de hierba, indivisa comarca de tribus bravías", de su "vaga inmensidad" y hay en su concepto rastros de Sarmiento: "Allí la inmensidad por todas partes [...] El horizonte siempre incierto, siempre confundiéndose con la tierra entre celajes y vapores tenues que no permiten, en la lejana perspectiva, adivinar el punto en que el mundo acaba y principia el cielo". Y estos rasgos conforman una linea meridiana en la literatura argentina. Borges, en El Fin dice: "un lugar de la llanura era igual a otro y la luna resplandecía" y luego: "Hay una hora de la tarde en que parece que la llanura está por decir algo; nunca lo dice, o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música". Y estas afirmaciones son como una serie de hilos que vinieran desde lejos, atravesando libros; hilos que, de alguna manera, evocan el alambrado que la rodea sin encerrarla. Sarmiento habla de "la inmensidad sin límites, de las soledades en que vaga el salvaje, del espectáculo de una naturaleza solemne, grandiosa, inconmesurable, callada". Echeverría califica el desierto como "inconmensurable, abierto y misterioso". Borges, en El Fin, dice: "la llanura, bajo el último sol, era casi abstracta, como vista en un sueño". También en el Poema de Hernández está como vista en un sueño: siempre apenas aludida; sobreentendida, aflora en los versos desde la profundidad del alma del cantor. No es su propósito describir el paisaje, pero como ese paisaje está rodeándolo, brota en sus versos "intraducible como una música". Esa hora de la tarde -cuando comienza a anochecer- profunda e inquietante en el campo, a la que se refiere Borges, también aparece en el Poema:

"Y en esa hora de la tarde
en que tuito se adormese,
que el mundo dentrar parece
a vivir en pura calma," (1403-6,I)

Alba Omil

Extraído del libro Cuatro versiones del Martín Fierro, de Alba Omil. Secretaría de Post-Grado, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, 1993. Este ensayo consiguió el premio "Fundación Banco de la Provincia de Buenos Aires" en el año 1984.

lunes, 23 de abril de 2007

La secta del cuchillo y del coraje en Borges

Fragmento de entrevista a Jorge Luis Borges en la televisión española, en 1980, a sus 80 años.


El tema del coraje es una de las constantes de Borges y hasta nos atreveríamos a señalarlo como una de las fijaciones de la infancia. Nos imaginamos al niño lúcido y fabulador, escuchando de boca de sus mayores -en un hogar patricio donde siempre se ha rendido culto al linaje- relatos de combates donde la valentía y el heroísmo eran moneda corriente. Simultáneamente, la historia y la literatura le brindan versiones paralelas [...]
Cuando en su vejez compone letras de milongas, las hace con figuras reales, nombres de compadritos que había conocido personalmente, o cuya historia, o leyenda, había leído.
Fantasía y realidad (más que todo cuando la realidad está tan cerca de lo fabuloso como en el caso de cuchilleros y compadres), a partir de la segunda infancia operan juntas, a un mismo nivel; tienen igual fuerza. Por otra parte, todo creador conserva vivas, intactas, las energías fabuladoras de la infancia, hecho que le permite entretejer la realidad con los sueños. La imaginación infantil es sincrética, totalizadora: fusiona, sin distinción de planos, vivencias reales y fantasías. Creemos que eso ha operado en el hombre Borges, que ha mantenido intacto ese mundo, alimentándolo con una poderosa biblioteca interior -más que exterior-, por su poderosa memoria.

Alba Omil

Fragmentos extraídos del artículo "Jorge Luis Borges, el cuentista", publicado en el libro Ensayos de Literatura Argentina, de Alba Omil. Ediciones de la Biblioteca Alberdi, Tucumán, Argentina, 1984.

viernes, 20 de abril de 2007

La música del otro mundo

[...] La imagen del Otro Mundo, que parece yacer en el inconsciente colectivo de la humanidad, ofrece diferentes características, según el pueblo del cual se trate.
De cualquier manera, hay elementos en común para casi todos ellos, uno es la armonía; otro, el tiempo que no transcurre y todas sus implicancias: felicidad, goce, en fin. Vinculada a la armonía y al deleite, aparece la música.
¿Qué significación profunda tendrá la música para el alma humana?¿qué carácter imprescindible, que la coloca en los diversos ámbitos que la fantasía intuye para el Otro Mundo?
Un rastreo veloz nos permitirá encontrar el concepto en múltiples culturas. [...]
Los celtas, en su estupenda, maravillosa fantasía se complacen en describir las delicias del Otro Mundo, en donde la música ocupa un lugar de privilegio. Este motivo de la música y el canto pasan muy temprano al resto de Europa y se difunden con la literatura artúrica (siglo XII) a través de romances del ciclo bretón y de las novelas de caballerías.
En el Otro Mundo de los persas reina Yima en un paraíso de felicidad y frescura, donde suena permanentemente la música y el canto [...].

Después de su encuentro con la Divinidad, Mahoma escucha "el armonioso concierto de los seres celestiales (...) Yo distinguía en ellos las voces más diversas: sonidos agudos y estridentes, susurros como el de la fronda que el viento agita, dulces arrullos como el gemido de la paloma, murmurios sordos como el de las abejas en la colmena, fragosos estrépitos como el del trueno. Y todos ellos a pesar de su diversidad, se me ofrecían claros y distintos como emanando unos de debajo de otros". La solemne armonía de aquel angélico concierto turba, una vez más, el espíritu de Mahoma [...].
Dentro de la variedad de concepciones escatológicas del mundo medieval, siempre la música y el canto están presentes con una diversidad de versiones, tantas como la fantasía humana puede elaborar.
Barlaam y Josafat, atribuido a S. Juan Damaceno (mediados del s.VIII) y basado en una leyenda de Buda y en el Apocalipsis de Pedro, -traducido luego a diferentes idiomas- narra una visión de Josafat quien, después de una larga peregrinación llega a una llanura cubierta de flores donde "escuadrones alados producen una melodía como ningún mortal ha oído" [...].
En fin, la lista y el análisis podrían continuar pero lo dicho basta para sacar una, entre tantas otras posibles consclusiones: la humanidad, que se unifica por tantos meridianos negativos que la atraviesan de punta a punta, puede mostrar una vertical luminosa, sonora, positiva -la música- como un común denominador que la redime, exalta y dignifica.


Alba Omil

Fragmentos extraídos del artículo "La música del otro mundo", publicado en el libro La música y el canto, de varios autores. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1988.

jueves, 19 de abril de 2007

Circe y la transtextualización

Circe y Ulises, arte griego

Todo objeto puede ser transformado, toda manera puede ser imitada, dice G. Genette (Palimpsestos. Madrid: Taurus, 1986: 478).
En el caso que nos ocupa, la figura de Circe ha ido creciendo (sobre todo interiormente) y enriqueciéndose, a partir de la versión homérica, a lo largo del camino estético.
No vamos a analizar su trayectoria, sólo nos detendremos en tres versiones:
1. Homero (Odisea).
2. Julio Cortázar ("Circe", Bestiario).
3. Manuel Antín (Circe: filme protagonizado por Graciela Borges y Sergio Renán).
Circe, la maga que transforma a sus amantes en bestias, entronca con una larga tradición universal que se pierde en los tiempos: ya se la encuentra en versiones escritas en el tercer milenio A. C., aunque sus antecedentes orales vienen de, por lo menos, un milenio atrás.
La Circe de Homero, como buena figura épica, carece de “espesor”: está privada de profundidad psicológica.
Cortázar recorta su figura sobre el molde mítico pero trabaja su espesor. Surge así, Delia Mañara, un personaje profundo y misterioso.
La Circe (Delia) de Antín, parte a su vez de Cortázar: un personaje igual y al mismo tiempo diferente pero al que hay que llegar a través de otros códigos.
El cine no se apoya sólo en la literatura: tiene como base la imagen y cuenta con el valioso aporte de la música.
Antín desarticula el tiempo y la figura de la Delia cortazariana. Sus apelaciones al lector son, en primer lugar, apelaciones al cuento de Cortázar. Por su parte, agrega motivos nuevos que imprimen notables variantes a la figura; erige símbolos que no figuran en Cortázar y a los cuales aprovecha en profundidad: el luto, el espejo, entre otros, y los convierte en procedimientos retórico-plásticos de gran utilidad.

Alba Omil

Abstract del ensayo "La figura de Circe y la transtextualidad", publicado en el libro El microrrelato y otros ensayos, de Alba Omil. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán. Tucumán, Argentina, 2000.

miércoles, 18 de abril de 2007

El caballito que quería volar


Cuando nació era tan enclenque que no podía sostenerse sobre sus patas. Nadie creía que sobreviviera. Los chicos lo bautizaron Sinfín y trataron de alimentarlo con biberón, pero en cuanto alguien quería acercársele, parecía que el diablo se le hubiese metido en el cuerpo: era una confusión de corcovos y patadas, con una fuerza que sacaba quién sabe de dónde.
Fue un hermoso potrillo rebelde, una pintura contra el verde maizal, bajo el cielo límpido.
-Es arisco, decían algunos.
-Es bagual, pero ya llegará el tiempo de la doma y entonces lo veremos, preanunciaba un experto.
El caballo escuchaba y, en el fondo, se reía con desprecio porque él, a su vez, tenía sus secretos planes.
Odiaba a la gente -desdén más que odio- y amaba a las mariposas, a las abejas, a los pájaros, o quizás, por encima de ellos, más allá de ellos, a través de ellos, lo que amaba era el vuelo. Despegar de la tierra, hundir los cascos en el aire, más y más alto, más arriba de las ramas de ese tarco vanidoso que ese verano se esponjaba en azules haciéndole competencia al cielo; más arriba de las pícaras golondrinas que escribían nombres raros con tinta china sobre el aire límpido; arriba, arriba, arriba, en el infinito azul, bebiéndose las estrellas, lamiendo con su lengua rosa el brillo de la luna blanca.
El alfalfa más tierna y más dulce no le sabía bien, no era ni sombra del pregustado pasto azul de las alturas. El agua del manantial, sí: venía desde arriba, la bebían los grandes señores del espacio: los cóndores, las águilas. Pasaba con deleite por su boca, le corría con ruido por la garganta, era el preanuncio de lo esperado.
Se reunió mucha gente ese domingo. Otros jinetes, con arreos de plata en sus cabalgaduras y brillos que competían con pelajes negros, blancos o tostados, pusieron alegría en la estancia, y desprecio en el alma del potro.
La doma lo sorprendió como una bofetada, como un latigazo en plena cara. Su relincho hirió el aire. Mordió el freno con la boca espumosa de rabia y de miedo. Sintió el peso del jineto en su cuerpo y salió desparando: era una flecha, era una bala, era un brillo de cuero sudoroso que daba saltos en el trebolar. Jinete y montura volaron por el campo. El potro, libre, galopó a su placer, respirando a pulmón pleno. De pronto, un salto y otro y los cascos que se hundían en el aire como si fuese arena tibia. Abajo quedaba el aire rosa alfombrado por copas de lapachos. Él trepaba, subía, subía como por una escalera azul hacia la altura, devorando los pastos celestiales.
Abajo, los muchachos que habian tratado de alimentarlo con biberón, velaban su sombra en lo hondo del barranco.


Alba Omil

Extraído del libro De lunes a viernes, de Alba Omil. Editorial Nova, Buenos Aires, Argentina, 1980.

martes, 17 de abril de 2007

Quién es Alba Omil

Nació en Recreo, Dpto. La Paz, provincia de Catamarca. Pasó su infancia entre San Miguel de Tucumán y la estancia familiar de Monte Potrero, Dpto. Pellegrini, Santiago del Estero.
Cursó sus estudios primarios y parte de los secundarios en el Colegio Nuestra Señora del Huerto, de San Miguel de Tucumán. Se recibió de Maestra Normal Nacional en la Escuela Normal Nacional Juan Bautista Alberdi, San Miguel de Tucumán.
Se graduó de Licenciada en Lengua y Literatura Española y Americana, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.

Ejerció de profesora en Nivel Medio de Lengua Castellana y Literatura Argentina, en la Escuela Normal Nacional Juan B. Alberdi 1956-1966; 1968-1976.
Fue elegida diputada provincial para el período 1958-1962, por el partido Unión Cívica Radical Intransigente, durante la gobernación de Celestino Gelsi. Este período es recordado como el de más y mejores obras en la provincia de Tucumán.
Fue profesora invitada de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, en el año 1967.
Enseñó Literatura Española (Medieval y Edad de Oro), en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, entre 1968-1975; 1983-1995.
Ha dictado numerosos cursos de perfeccionamiento.
Fue Directora de Ediciones del Rectorado de la Universidad Nacional de Tucumán, de 1992 a 2006.
Actualmente sigue escribiendo cuentos y ensayos, publicando libros y coordinando ediciones privadas.

Libros publicados:

Historias de mujeres y de Hombres. Cuentos. Tucumán, 1965.
El cuento y sus claves. Ensayo. Buenos. Aires, 1967. En colaboración con Raúl Piérola.
Leopoldo Lugones, poesía y prosa. Ensayo. Buenos Aires, 1968.
Los otros ojos. Lectura y ejercitación para enseñanza de la lengua en 6°, 7° grados. Buenos Aires, 1970-1976 (6 ediciones).
Todos tenemos un duende. Lectura y ejercitación para enseñanza de la lengua en 2°, 3er años. Buenos Aires, 1971.
El Estilo de El Conde Lucanor. Ensayo. Tucumán, 1976.
Por el tobogán del arcoiris. Lectura y ejercitación para enseñanza de la lengua en 6° 7° grados. Tucumán, 1977.
De lunes a viernes. Lectura y ejercitación para enseñanza de la lengua en 6° 7° grados. Buenos. Aires, 1980.
Tener ángel. Cuentos. Tucumán, 1980.
Frente y perfil de Victoria Ocampo. Ensayo. Buenos Aires, 1981.
Ensayos de Literatura Argentina. Tucumán, 1984.
Análisis de la Narrativa Argentina. Ensayos. Tucumán, 1986.
De Humahuaca a la Antártida. Novela y ejercicios para la enseñanza de la lengua. Tucumán, 1986.
El problema del mal en cuatro leyendas regionales. Ensayos. Tucumán, 1987. En colaboración.
El mundo de las tinieblas en cuatro leyendas regionales. Ensayos. Tucumán, 1988. En colaboración.
Sábato. Pensamiento y creación. Ensayo. Tucumán, 1992.
Si cada niño. Antología de autores del NOA. Ejercicios para enseñanza de la lengua y la defensa del medio ambiente. Tucumán, 1992. En colaboración con Dra. Marta Omil de Torres.
En cuarto. Novela. Ejercicios para enseñanza de la lengua y la defensa del medio ambiente. En colaboración con Dra. Marta Omil de Torres. Tucumán, 1993.
Cuatro versiones del Martín Fierro. Ensayos. Tucumán, 1993.
Héctor Dante Cincotta. Un acercamiento a su poética. Tucumán - Buenos Aires, 1994.
Tucumán en positivo 1992-1993. Tucumán, 1995. En colaboración con Mercedes Borkosky de Domínguez.
La letra profunda. Ensayos de Literatura Argentina. Tucumán, 1996.
Poesía argentina. Cinco ensayos. Tucumán, 1997. Co-autora junto a Federico Peltzer, Rodolfo Modern, Héctor Dante Cincotta y David Lagmanovich.
Mitos y Leyendas del Agua en el Noroeste Argentino. Tucumán, 1998.
Con fondo de jazz. Microrrelatos. Tucumán, 1998.
El microrrelato y otros ensayos. Tucumán, 2000.
Lo demoníaco en los mitos del Noroeste Argentino. Tucumán, 2002.
Arte y mito en las culturas andinas del Noroeste Argentino. Tucumán, 2003.
Creencias y ritos aborígenes del NOA. Tucumán, 2005.
Antigua ciudad de Quilmes. Folleto turístico. Tucumán, 2006.
Panorama de la narrativa tucumana. De La Carpa a nuestros días. Tucumán, 2007. Co-autora.
Bestiario Erótico y otras historias de animales. Cuentos. Tucumán, 2007. En colaboración con Lucio Piérola.
Italianos en Tucumán, Historias de vida. Tucumán, 2007.
La hechicería en las culturas prehispánicas. Tucumán, 2011.
De nieblas y fulgores. Microrrelatos. Tucumán, 2013Puebla. Recuerdos y ensueños. Microrrelatos. Tucumán, 2013.
Cómo escribir un microrrelato. Tucumán, 2016.


Ha publicado en diferentes antologías de cuentos y ensayos que aquí no se consignan.
Ha sido colaboradora en páginas literarias y culturales de diferentes diarios de Tucumán y otros lugares de la Argentina.
Ha dirigido la Revista Sur, fundada por Victoria Ocampo, en los años 1981-1982.

Premios y distinciones:
1965. Premio diario La Nación, por Leopoldo Lugones, poesía y prosa. Buenos Aires.
1973. Premio Bienal de la Dirección de Cultura de Tucumán por Los profetas.
1980. Mención de la Revista Hyspamérica por Peces de colores (cuentos). Nueva York.
1980. Premio Bienal de Dirección de Cultura de Tucumán, por Tener ángel.
1981. Faja de honor de la S.A.D.E. por Tener ángel. Buenos Aires.
1984. Primer premio Fundación Banco de la Provincia de Buenos Aires por Cuatro versiones del Martín Fierro.

Ha recibido numerosas distinciones que aquí no se consignan.

lunes, 16 de abril de 2007

Las mujeres, el amor y la muerte


Introducción

A comienzos del siglo XIX Arturo Schopenhauer publica El amor, las mujeres y la muerte. Si lo hubiese publicado en nuestros días, casi con seguridad ese libro hubiera sido best seller.
Al pensar en ello se nos ocurrió esta publicación, Las mujeres, el amor y la muerte, alterando el orden de los factores en su título (...).

Sobre la base del "principio de relevancia", de Van Dijk, según el cual va al comienzo lo que se considera más importante, hemos ubicado a la mujer en primer término porque es eje y tema vertebrador de este libro; sobre ella se articulan los otros dos, amor y muerte. Muchas veces un amor no logrado; muchas otras un amor que conduce a la muerte (...).

Largo es el camino recorrido por la mujer; en él subyacen el status de los sexos en el estado primario y en el estado actual, el principio de hegemonía masculina en el clan; la mujer bajo la tutela del Pater Familias: el principio de jerarquía, esto es, cumplimiento de las órdenes del jefe. También las etapas de transformación de la estructura patriarcal, con las progresivas conquistas femeninas: de la poligamia a la monogamia; más tarde, la presión de los parientes para imponerle un esposo , y el recurso -pobre recurso, al fin- para evadirlo: el refugio en el convento. Cierto es que este "refugio" ofrecía sus posibilidades de "evasión"; la capitular de Carlomagno en el 789 es una prueba: prohibe a las monjas tanto salir del convento como escribir o enviar winileodes ("canciones de amigo") al exterior. Podrían citarse otros ejemplos (...).

Amor, mujer y muerte, casi un tríptico, como si el gran amor sólo pudiera codearse con la muerte. En este libro, diferentes casos, de la historia y de la ficción, ilustran esta doble articulación sobre la figura femenina.
El tema puede ser inagotable: imposible ahondar en casos aislados, sin caer en la omisión. Imposible abarcarlo todo. Por ello, este libro, cada uno de sus ensayos, exigen un lector con grandes competencias para que, apoyado en una serie de sobreentendidos históricos, sociológicos, psicológicos, literarios, pueda participar de la re-elaboración de un trabajo apasionante.

Alba Omil

Extraído del libro Las mujeres, el amor y la muerte, de varios autores. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1999.

viernes, 13 de abril de 2007

Antigua ciudad de Quilmes

Vista general de las ruinas de Quilmes.
Foto de Lucio Piérola, 13 de abril de 2006

Los investigadores no se ponen de acuerdo sobre quiénes eran los quilmes, de dónde vinieron ni sobre quienes construyeron la ciudad.
Una de las teorías sostiene que fueron los incas los constructores porque los quilmes carecían de los conocimientos necesarios (estratégicos, arquitectónicos, hidráulicos, etc) para semejante emprendimiento: viviendas, corrales, silos, andenes de cultivo, una presa formidable, un canal de muchos kilómetros y sus ramificaciones. Pero, sin duda, más importante que sus constructores, es la ciudad misma cuya grandiosidad sorprende y maravilla.
Las ruinas están situadas en la Sierra del Cajón, entre los 1800 y 2000 msnm. Ocupan un anfiteatro natural desde el pie del cerro Alto del Rey y se extienden por las laderas hasta la cumbre.
Esta cultura se ubica en el Período Tardío (1000-1500 d.C.). Los incas penetraron en 1480, y los españoles, después de 1535.
Poco ha conservado la memoria oral de las ceremonias religiosas (y aún de de las fúnebres) de nuestros aborígenes, luego de la cristianización. Sin embargo, hoy los descendientes continúan honrando a la Pachamama. A cada paso, en el camino, y aun en los patios de las modestas viviendas, se encuentran "apachetas" (montículos de piedra en forma piramidal) donde los lugareños depositan sus ofrendas a la madre tierra: hojas de coca, tabaco y semillas para que ella fertilice el suelo, las plantas, las hembras, los proteja de la sequía y de las heladas.

Alba Omil

Extraído del folleto Antigua ciudad de Quilmes, con textos de Alba Omil, fotografías de Esteban Lavilla y diseño de Lucio Piérola. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2006.

Este folleto de 16 páginas totalmente ilustrado a color, no se consigue en las ruinas sino en la ciudad de Tafí del Valle, Tucumán, o bien a través de nuestro correo electrónico.

jueves, 12 de abril de 2007

La fábrica de miel



La abeja anciana trataba de explicarle a la abejita los misterios de la miel y sus procesos.
La abejita sólo apreció el corolario: los secretos están en el fondo de un dulce corazón.


Alba Omil

Extraído del libro Microrrelatos del mundo hispanoparlante, de varios autores. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán. Tucumán, Argentina, 2006.

miércoles, 11 de abril de 2007

Arte y mito en las culturas andinas del Noroeste Argentino

Aníbal Carrillo: Sublimación simbólica. Óleo sobre tela, técnica mixta. 80 x 110 cm.

Esta pequeña muestra de recreación arqueológica reúne milenios de cultura: diez y doce mil años antes de la Era Cristiana, el hombre del Noroeste argentino ya tallaba la piedra. De estas manifestaciones culturales, sólo nos detendremos en algunas: Tafí, Condorhuasi, Alamito, Ciénaga, Candelaria, Aguada, Santa María, Belén.
A su llegada, los españoles se encontraron con un mundo deslumbrante y lleno de misterio, con muestras de cultura y de progreso que no supieron valorar. Aún ahora, a siglos de distancia, sus restos inspiran asombro, respeto y una suerte de estupefacción.
Bajo estos mismos cielos despejados que hoy puede contemplar el turista, las águilas siguen haciendo sus juegos de alas, doradas en el aire claro; los cerros duermen sueños de milenios mientras las sombras de los aborígenes velan entre las ruinas de sus imperios aplastados: Loma Rica, Fuerte Quemado, Quilmes, entre tantos otros.
Todo es plácido: el silencio no pesa, reina. La eternidad parece haber hecho en este espacio su aposento. Se sienten su presencia y su dominio. Se siente el infinito. Y si se está predispuesto, hasta podría percibirse el aliento de Dios.
No es fácil expresar con palabras la experiencia de vivir aquí, en la altura, de respirar su aire; de que el sol arda y queme la piel , bajo un viento helado. Es intransferible la sensación que producen el silencio, el río apenas murmurante y esas enormes moles pétreas, quietas, que nos contienen, que parecen mirarnos, que parecen decir algo pero ¿qué? Tal vez: He aquí la eternidad.
Podemos evaluar su cultura a través de los elementos que nos han dejado, a veces de una asombrosa perfección como las vasijas que recreó Aníbal Carrillo.
Pero lo que no podemos reconstruir son sus cultos: todo se ha borrado, como se borraron siglos antes las prodigiosas creaciones de los celtas. Todo ha sido retrovertido, reprogramado, diríamos hoy. Como si en un palimpsesto se hubiera escrito una historia nueva sobre la vieja historia.
Alba Omil

Extraído del libro Arte y mito en las culturas andinas del Noroeste Argentino, de Alba Omil y Aníbal Carrillo. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 2003.

martes, 10 de abril de 2007

Mutaciones


Se miró en el espejo y la sorprendió una cara agria, de labios afilados, y ojos opacos, con la imagen de la muerte bailando en el fondo de las cuencas oscuras.
-No vuelvo a mirarme. A menos que algún duende compadecido me devuelva mi antigua imagen
Y rompió el espejo.
Tiempo después (¿mucho? ¿poco? ¡quién sabe!) se encontró frente a frente con la luna de otro espejo: ojos brillantes, semisonrisa honda y cómplice, rostro luminoso.
No había visto al duende; seguro que no.
Después ató cabos: hacía unas semanas, en el recodo de un camino, vio pasar al angelito desnudo con el carcaj al hombro y una flecha pronta a ser disparada.

Alba Omil


Extraído del libro De este solar, de varios autores. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1998.

lunes, 9 de abril de 2007

El panorama musical de la Edad Media en El Unicornio de Mujica Láinez

Manuel Mujica Láinez

Introducción

Dos hechos consecutivos queremos destacar en el presente trabajo: 1) la presencia de algunos segmentos musicales en El Unicornio de Manuel Mujica Láinez; 2) esa música como reflejo, o refuerzo, o comentario del panorama musical de la Edad Media.
En otras palabras, lo que el discurso literario dice, está acompañado, o reforzado por un registro de la variedad musical de la época, el cual, no infrecuentemente, asume la forma de un cuasi-discurso musical interlineado o subyacente.
Bueno es aclarar, con respecto al último punto, que no estamos hablando de esa musicalidad de fondo que podría descubrirse en muchos autores de diferentes épocas; estamos refiriéndonos a planos musicales perfectamente discernibles que se interpolan en el discurso narrativo, con funciones diversas: a) enriquecer el texto, darle vida al cuadro, sumando el oído a los informantes visuales de la situación; b) relacionar el contexto, poniendo de relieve la variedad musical de la Edad Media, con todas sus manifestaciones, a lo largo de su extenso desenvolvimiento: el canto gregoriano, la polifonía posterior, la música vívida de trovadores y cortesanos, el canto de los goliardos, el drama litúrgico, el drama sacro, los juegos de escarnios, en fin.
Alba Omil

Extraído del libro La Literatura y su relación con otros ámbitos, de varios autores. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1999.

sábado, 7 de abril de 2007

Introducción al Bestiario Erótico


Los Bestiarios tienen un lejano origen: eran frecuentes en la Edad Media y consistían en conjuntos de historias (descripciones, costumbres) de animales, generalmente fabulosos, muchos de ellos, producto de relatos de viajeros.
Fuerza es aclarar que, en los tiempos que corren, se toma la palabra erotismo como sinónimo de sexo. Y no es así. En el caso de este libro nos atenemos al pasado, cuando el sexo era sexo y era púdico, y el amor podía, o no, conllevar sexo.
Eros, como todos saben era el dios del amor. Han hablado mucho los filósofos sobre el tema: amor al otro, amor al conocimiento, amor a la naturaleza, etc.
En el caso concreto de los animales, no podemos decir que ellos "tienen sexo" -para usar una expresión de uso corriente- ni que "hacen el amor" porque, en realidad, ellos se aparean, ellos copulan. No copulan porque se aman sino por un imperativo de la naturaleza, para conservación de la especie.
Pero los animales también aman: el perro, o el gato, aman a su dueño y también a su compañera, aunque copulen con cualquier otra hembra. Pero no vamos a detenernos en este tema.
El presente libro no intenta ser científico ni mucho menos, es más bien un juego, una diversión, con algo de humor, algo de reflexión, no sin cierta melancolía y con mucho pudor. Intenta también un homenaje a la madre Naturaleza y una gratitud por la creación divina.


Alba Omil

Extraído del libro Bestiario Erótico y otras historias de animales, de Alba Omil y Lucio Piérola. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2007.

jueves, 5 de abril de 2007

La niña de los cabellos dorados


Video presentado en el programa de televisión Tucumán en Positivo, donde Alba Omil era productora de contenidos, Aconquija Televisora Satelital, Canal 5, Tucumán, Argentina, 2003.

El motivo de la mujer rubia de pelo dorado aparece en los cuatro relatos transcriptos en el capítulo anterior: versiones de la Laguna del Tesoro, leyenda de la Laguna Verde (versión de Orlando Bravo), Laguna de Limitayuc, y relato sobre la vertiente de La Guanaca. Dos de ellas asocian el motivo del peine de oro. Ambos motivos, cabellera larga y dorada y peine de oro, son universales y responden a una remotísima tradición cuyos rastros hemos intentado seguir hasta donde nos fue posible.
Forma parte de un ciclo universal que incluye la leyenda germánica de Loreley, la maga que habitaba en la roca del mismo nombre, junto al Rhin, entre Saukt y Oberwesell. Sumemos a ello la multitud de relatos y leyendas sobre sirenas.
Nuestra investigación nos ha conducido hasta un relato aportado por la Materia de Bretaña, que sitúa los hechos en la ciudad de Iss -capital de Cornuailles- hacia el año 475 cuando reinaba Grandlon, llamado Grandlon el Grande: La ciudad se había convertido en un lugar de locos placeres donde la hija del rey, llamada Dahut, encabezaba las orgías. El cielo, cansado de tanto desorden decidió poner fin a la situación y, por mano de Dahut, precipitó el acto final: la princesa, a escondidas del rey, abrió las compuertas del dique que protegía la ciudad. Avanzaron las aguas cubriéndolo todo, y sólo se retiraron cuando Dahut cayó en los abismos líquidos.
Con el tiempo, la leyenda convierte a Dahut en Ahés, la sirena, hija del mar, que abandona su palacio subacuático y sale a una roca de la playa a peinar sus cabellos rubios con un peine de oro, bajo el sol de la tarde, y cuyo canto se parece al canto de las olas.
He aquí algunos motivos paralelos entre esta remota leyenda y las de nuestras lagunas: el guardián, la bella mujer rubia que sale de la profundidad de las aguas, b) el peine de oro; c) el palacio subacuático.
No es difícil imaginar que los españoles de la Conquista hayan importado desde su tierra esta bella leyenda, depositándola en estas latitudes, sobre todo, habida cuenta de la enorme difusión que tuvo la "Materia de Bretaña" en la Península Ibérica desde fines del siglo XII (1170), pero por otra parte, no debemos dejar de tener en cuenta el antecedente de las sirenas "locales", a las que ya hicimos referencia.

Alba Omil

Extraído del libro Mitos y leyendas del agua en el Noroeste Argentino, de Alba Omil. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1998.

miércoles, 4 de abril de 2007

Meditaciones del Toto, al pie de su propio ramaje


El Toto estaba realmente preocupado por el problema de la relación del alma con el cuerpo, dado que, consideraba, con tanta alma suelta y acumulada en el sufrido universo desde hacía milenios, habida cuenta de su tan pregonada inmortalidad, los cuerpos resultaban insuficientes. Y, hasta el espacio, también insuficiente. Era por eso que se afirmaba cada vez más, la teoría de que cada cuerpo era ocupado por dos, o más almas, las que, como en las mejores familias, convivían, o se turnaban, o se desplazan, de a ratos se llevaban magníficamente bien; de a ratos, a las patadas. Esa teoría, al fin de cuentas, era tranquilizante porque terminaba de explicar su ciclotimia: cuando lo habitaba la diurna –un alma clara, sosegada, en equilibrio consigo misma– él estaba tranquilo, podía hacer cosas y llevarse bien con el mundo. En cambio la otra, la nocturna, era –o sería– la responsable de las caídas hondas en los pozos del alma (Vallejo dixit); de su angustia metafísica, de sus depresiones, porque quién podía saber cómo le había ido a esta pobre en vidas anteriores, para que acarreara semejante resaca. Pero era necesaria otra explicación todavía: ¿y sus furias repentinas?, ¿y esos arranques que lo sacaban de quicio? Capaz que una tercera, escapada del averno, de vez en cuando le hacía sus visitas. Era después de esas caídas bruscas, o de la visita de la tercera, cuando al Toto se le daba, o por viajar (no cualquier viaje, no, viajes insólitos) o por escribir. No era mal poeta –decían– pero ¿Cuál es la distancia que media entre el "no era mal" y el "era buen"? He ahí la incógnita. Mejor, a otra cosa. Una mañana en que todo pintaba bien, tuvo una feroz discusión con la Aurelia, su hermana mayor, lo que motivó su retiro por tres días, a los aposentos superiores. Allí fue donde pensó llamar a una conferencia de prensa: convocar a sus tres almas a que pusieran sus cartas sobre la mesa, dijeran quién era quién, declarasen objetivos y plan de vuelo para el resto de la temporada, para tranquilidad del dueño del inquilinato. He dicho. Fracaso total, por falta de quórum. De una cosa estaba seguro con respecto a sus inquilinas: eran díscolas e irreductibles. Si él se proponía alguna cosa y ellas otra, resultaba inútil todo intento de persuasión o de doblegamiento. Pero aquí le surgía otro interrogante, no menos problemático: ¿y las almas de algunos políticos? ¿de algunos funcionarios? ¿y las de los mafiosos? (la pucha con los acercamientos que buscan ciertas palabras) ¿serían almas descartables? O tal vez esas que no tienen cabida en ningún lugar del universo, visible o invisible, y buscan una rendija o un elemento poroso para filtrarse y establecerse. Sin duda había muchas categorías de almas pero ¿y sus destinos? ¿quién determinaba su ubicación? porque Dios no se iba a distraer en esos menesteres, y menos todavía con las ya señaladas descartables. ¿Estarían dotadas de libre albedrío?, ¿de libre elección, en este caso?, ¿o sería todo al manchanchi? En cuanto a las propias, él no estaba del todo disconforme. Cierto es que la diurna era medio aburrida, incapaz de ningún asombro, pero, en comparación, la nocturna tenía desplantes maravillosos y no te digo nada de la frenética, que tantos sinsabores le ocasionaba, aunque ofrecía sus soberbias revanchas, un poco delirantes, es cierto, pero el delirio suele emitir aromas inigualables. Agotó los filósofos de Oriente y Occidente en busca de respuestas, pero sin éxito. Iba a convocar a nueva conferencia de prensa, por si acaso, total, paciencia y tiempo era lo que le sobraba. Mientras tanto, trataría de convivir como Dios lo ayudara. Más difícil era la Aurelia que todas sus almas juntas ¿cómo sería el alma de la Aurelia? Bueno, ese era un tema difícil. Mejor, paremos la mano.

Alba Omil

Extraído del libro Panorama de la narrativa tucumana (de La Carpa a nuestros días), de varios autores. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2007.

martes, 3 de abril de 2007

La problemática del tiempo en Héctor Dante Cincotta

Héctor Dante Cincotta

Caso curioso el de la memoria humana: es ella la que trae a colación la presencia de su inseparable compañero, el tiempo, que descascara y derrumba aquello que ella misma reconstruyó.
Uno de los procedimientos que desnudan la crueldad del tiempo es el contraste. El pasado, omnipresente en esta obra poética, se opone -a veces sin solución de continuidad, sin comentarios- sobre el presente: se implanta y así estimula la imaginación, la reflexión y la nostalgia; por ejemplo, el pasado de la patria; la nostalgia por los valores perdidos; la queja, o más todavía, el lamento, el temor y casi la convicción de que tanta herencia espiritual y moral importante, tanta memoria histórica continuarán perdiéndose.

[...] "para ti hubo otro tiempo antes
ascendido y brillante donde los hombres eran
limpios y honestos". (pp. 531-32, vv. 4-6)
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
"¡Ah!, cómo quiero que te recuerden!
Argentina del adiós, del descarne y del olvido".
(pp. 531-32, vv. 29-30)


Alba Omil

Referencias de poemas tomadas de Cincotta, H. D., El libro de las sombras y de los horizontes, Obra poética completa (1961-1990), Sheffield Academic Press, University of Sheffield, UK, 1994.

Texto extraído del libro Héctor Dante Cincotta, un acercamiento a su poética, de Alba Omil. Co-edición entre Ediciones Corregidor, Buenos Aires, y Universidad Nacional de Tucumán, 1994.

lunes, 2 de abril de 2007

Cuatro versiones del Poema de Hernández


"Esto que fue una vez, vuelve a ser infinitamente", dice Borges, a propósito del Martín Fierro en El Hacedor. Y con respecto al mismo tema, señala en su Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1869), citando a San Pablo: "un libro cuya materia puede ser todo para todos". Y así es: la materia del Poema no empieza con Hernández ni termina con él, sin mengua, por supuesto, de ninguno de sus méritos; como el caudal de los grandes ríos, que a medida que corren va enriqueciéndose con aportes ajenos, la materia del Poema -que viene de lejos, desde la entraña de la creación popular anónima- va adquiriendo perfiles nuevos al pasar por diferentes autores. Así también se va configurando un héroe que no termina en el Fierro de Hernández y que, pasando por Lugones, llega hasta Martínez Estrada y hasta Borges cuyos trabajos marcan importantes hitos en su vida de figura literaria. Podríamos aplicar al Poema un título de Borges, "El Otro, el Mismo": esa materia prima que ha sufrido tantas permutaciones, se nos ofrece como semillero inagotable, fecundo, que ha posibilitado grandes libros.
Alba Omil

Extraído del libro Cuatro versiones del Martín Fierro, de Alba Omil. Secretaría de Post-Grado, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, 1993. Este ensayo consiguió el premio "Fundación Banco de la Provincia de Buenos Aires" en el año 1984.